La victoria de la ultraderecha en Italia

El pasado 25 de septiembre se celebraron en Italia las elecciones generales. El resultado de estas fue la victoria de la coalición de derecha impulsada por la figura de Giorgia Meloni con más del 44% de los votos en el Senado (112 escaños) y casi el mismo porcentaje en la Cámara de Diputados (237 escaños), convirtiéndose así en presidenta del Consejo de Ministros de la República Italiana. Con este triunfo, la líder del partido Hermano de Italia se convirtió en la primera mujer en asumir el Gobierno en la historia del país.

Unos 50 millones de ciudadanos estaban convocados a las urnas para poner nombre y color al Gobierno número 68 de los últimos 76 años, en unas elecciones provocadas por la caída prematura del Ejecutivo de Mario Draghi en julio. La coalición formada por los partidos ultra de Hermanos de Italia y la Liga y por la Forza Italia de Silvio Berlusconi ha logrado que haya el primer Gobierno de la ultraderecha en el país.

Bajo el lema de "Dios, patria y familia", propugna una inmigración muy restringida y vigilancia estricta sobre los musulmanes; sostiene una oposición categórica al feminismo y a la influencia LGTB, en particular sobre los currículos de educación pública, abomina de lo que entiende como una conspiración disfrazada de ecologismo destinada a empobrecernos, y finalmente hace mella en un antiglobalismo más relacionado con el nacionalista que de crítica real al capitalismo financiero.

Todo esto se produce en una etapa de inestabilidad en el país europeo que ha cambiado varias veces la ley electoral y ha contado con doce gobiernos a lo largo de 22 años. Una inestabilidad que se ha visto más marcada a día de hoy por el mismo motivo que el resto de países de Europa, la guerra que se está produciendo en Ucrania y la consecuente crisis económica que con esta ha venido. Además, la inflación generalizada tampoco ha ayudado a que la situación se estabilice en el que es considerado el tercer país más poderoso de la Unión Europea. A esto se le puede sumar que se trata de una sociedad económicamente fracturada de norte a sur, donde más de un millón de sus habitantes vive entre el subsidio público y el trabajo en negro.

Por estos motivos, es posible que la población italiana haya optado por probar algo nuevo, la opción que nunca antes había salido, para ver si se generaba un cambio. La respuesta a estas expectativas es algo de lo que solo el tiempo podrá dar la respuestas.


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